La Aldehuela, Lope de Vega

La Aldehuela, Lope de Vega 
Presentamos un libro clásico en formato EPUB interactivo, fixed-layout. Se trata de la edición del profesor Ricardo Serrano Deza de la comedia de Lope de Vega titulada ‘La Aldehuela’.
En ‘La Aldehuela’, Lope de Vega nos presenta, con brillantez, un episodio de la España de finales del siglo XVI en clave de comedia: los amoríos del Duque de Alba y una aldeana de La Aldehuela, en Ávila, desarrollados en el atractivo marco de la España Imperial.

Américo Castro en ‘De la edad conflictiva’ dice: “El español del siglo XVI se sintió lanzado de golpe a una vida en escala mayor, y brincó desde su estrechez aldeana hasta los últimos límites del “teatro del mundo”. Al éxito seductor se arribaba por vía del merecimiento personal o de la proeza súbita, no por la mutación despaciosa de las cosas y de las ideas, sin conexión directa con las virtudes de la persona. Se solicitaban mercedes de Dios, del rey o del gran señor. El ámbito de lo merecible y la conciencia de ser merecedor iban dilatándose a medida que avanzaba el siglo XVI.”
En ‘La Aldehuela’, Lope muestra que el éxito no tenía conexión directa con las virtudes de la persona, sino con la cuna o las decisiones del gran señor, otorgando mercedes o quitando haciendas a su antojo.
La introducción y notas del profesor Ricardo Serrano Deza hacen que la lectura de esta obra sea una experiencia amena y divertida, además de muy enriquecedora para toda persona que le guste el teatro clásico español.

En este enlace os podéis descargar una versión preliminar de la misma donde podréis apreciar alguna función interactiva sobre EPUB que he incorporado para acceder a las notas mediante ventanas emergentes (popups).

Si alguno de los improbables lectores de este blog tiene interés en el libro, lo podrá encontrar completo en la Apple iBookstore, para su descarga, por el módico precio de 0,99 euros. 
Como siempre, cualquier comentario será bienvenido.

Entender las Comedias

¿Por qué nos gustan las comedias?¿qué tiene el teatro que nos atrae tanto?.
A lo largo del tiempo, estas preguntas siempre han rondado nuestras cabezas y, una vez iniciada la reflexión, se van transformando en preguntas más profundas, como: ¿el teatro debe solamente entretener o también tiene que educar?, ¿qué es más importante la trama o los personajes?, ¿creatividad imaginativa o reglas y verosimilitud?, ¿dónde está la realidad y qué la diferencia de la ficción teatral?.
Muchas reflexiones me han surgido leyendo al genial Jose Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942): dramaturgo, director escénico, guionista, narrador y profesor de escritura dramática en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid… un gran hombre de teatro.
Su conocido libro, La escritura dramática, Madrid, 1998, es una referencia obligada para todo aquel interesado en el arte dramático. El libro repasa todo el proceso de creación del texto teatral: el proceso imaginativo, el proceso técnico y el proceso filosófico. Algunas de sus ideas, muy resumidas, pueden verse en el texto transcrito a continuación (ver http://www.uclm.es/centro/ialmagro/publicaciones/pdf/CorralComedias/8_1997/3.pdf) que nos pueden ayudar a entender mejor el arte de las comedias: 
“Toda obra de teatro se podría resumir así: dos fuerzas (dos personajes) se encuentran por un incidente, y se origina un conflicto que desencadena una incertidumbre en los personajes -y en el espectador- sobre cómo se va a desarrollar su vida escénica de ahí en adelante. La peculiaridad de la comedia -y la comedia de enredo especialmente- es que ese incidente tiene que ser lo suficientemente importante para que nos interese, pero el conflicto que origine ha de desarrollarse con un estudiado equilibrio entre los elementos emocionales en pugna (las dificultades que tienen los personajes para alcanzar sus metas), y el optimismo y la vitalidad que presiden el género. Es decir, los personajes han de luchar por conseguir sus fines con intensidad, fuerza y deseo, pero sin dramatismo ni tragedia.
(…) Muchas comedias rozan la tragicomedia y el drama, o queda claro que los rozarían si la acción siguiera un minuto más tras la caída del telón. La diferencia estriba, sobre todo, en que la comedia cuida de no romper el delicado equilibrio que su género impone. Las armas básicas del autor son, en ella, el regocijo y la diversión. A partir de estar armas se establece una corriente comunicativa con el espectador que va a permitirle hacer con él un discurso más o menos oculto acerca de sus verdaderas intenciones que, paradójicamente, aunque se realizan a través de la alegría, tienen siempre que ver con el sufrimiento, punto de partida aceptado por autor y espectador: la vida es muy difícil, pero podemos convertirla en comedia con nuestra actitud. Esa es la primera de las muchas complicidades establecidas, pues la comedia no puede ser “disfrutada” de una forma no participativa por el espectador, que tiene que aceptar su finalidad, sus convenciones, su tradición, y una dimensión no heroica, ni trágica, ni siquiera dramática, de la existencia. Es decir: no se puede disfrutar de una comedia sin estar predispuesto de alguna forma a darle a la vida, en esos momentos, una dimensión cómica.
El autor teatral trata de comunicar en sus comedias una euforia ante el mero hecho de vivir que se traduce en una defensa de la existencia. Toda buena comedia siempre nos dice: “La vida a pesar de todas las dificultades que hemos visto en el escenario, y a pesar de todas las dificultades que sabemos que pueden venir (y que vendrán después); merece la pena vivirse”.
La comedia toma la fragilidad humana como punto de partida, y trata de superarla después, en un acto de venganza y dominio de esa misma fragilidad. Pero, al mismo tiempo, tiene una aguda conciencia de los grandes obstáculos que se van a interponer en el camino del personaje -y del ser humano- hacia sus metas.
Esa es una convención básica: un acuerdo con el espectador para que los conflictos vitales y esenciales se aplacen, y veamos nada más los primeros actos de esa tragedia que vendría después del final, si se prolongara la comedia.
(…) otro de esos grandes debates que nos llegan desde Horacio: si las comedias tiene otra finalidad además de la de entretener; si son un juego en sí mismas o hay algo detrás; si son para enseñar o para educar; una escuela del sentido común, una escuela para el propio conocimiento, el “nacimiento” del sentido del ridículo (para que no hagamos lo que hacen algunos personajes en el escenario), etc. Yo creo que ningún autor jamás en la historia del teatro se ha puesto a escribir ninguna comedia -ni ninguna obra de teatro de cualquier género- sólo para “entretener” en el sentido más vulgar del término, sino para aportar, de algún modo, su punto de vista sobre cuestiones que nos afectan en nuestra existencia.
Estos debate sobre si la vida merece la pena, si el amor puede solucionar otros problemas esenciales, si los jóvenes pueden vivir en un mundo construido por los viejos (que es básico en todas las comedias), si es posible burlarse y transgredir las normas, si es posible luchar contra las prohibiciones y alcanzar cierta felicidad, etc., todos estos debates están presentes en las sociedades de todos los tiempos, y los dramaturgos, aunque escriban la más liviana, más ingenua, más vodevilesca y más sencilla de las comedias, los conocen, y escriben impregnados de ellos.
Los escritores sabemos que los seres humanos nos comportamos de modo semejante a la célebre paloma Kantiana, que “sueña, al notar la resistencia del aire en las alas, que volaría mejor en el vacío”. La paloma no podría volar en el vacío, pero ella sueña que lo haría. Lo mismo nos sucede a los seres vivos, y a los personajes de nuestras obras. Los seres humanos nacemos, crecemos, nos desarrollamos, y morimos, rodeados de conflictos, problemas y prohibiciones. La vida es condenadamente complicada. Afortunadamente y gracias a ello, gracias a los problemas y las dificultades de la vida, los escritores escribimos obras (dramáticas y cómicas). la comedia es, pues, un modo de afrontar las dificultades que la lucha por la vida provoca en sus protagonistas, en la escena y en el mundo. Y trata de enfrentarse a estas dificultades con su mejor arma: riéndose de ellas. Es decir, enfrentándose a la realidad por los caminos indirectos que el ingenio y la burla facilitan. Por ello, los temas de la comedia son casi siempre el crimen, la caída, y la muerte. En general, esta burla o engaño de la comedia va a restituir un equilibrio destruido previamente, que el protagonista -y con él el autor y el espectador- desea ver restituido.
Pero la buena comedia no sólo va a condenar el mal social, la mentira impuesta, y las limitaciones y desdichas que el individuo padece en la vida, sino que va a tratar de adentrarse también en el propio individuo, y va a ridiculizar la falta de conocimiento que los personajes -y los espectadores reflejados en ellos. tienen de sí mismos. Así, una de las grandes aportaciones de la comedia es que nos enseña a vernos a nosotros mismos, a pesar de los prejuicios que sobre nosotros mismos tenemos.
(…) uno de los elementos clave de la comedia es encontrar la medida adecuada a la densidad, la profundidad y la importancia del conflicto. Si éste es muy ligero, la comedia se vuelve insustancial, y si es muy denso y muy importante, se vuelve tan dramático que deja de ser comedia. Una de las claves es, pues, encontrar la dimensión justa del conflicto. Y otra de las grandes dificultades del autor de comedias de todos los tiempos es trabajar con las reglas de la verosimilitud y las creencias de su tiempo. La verosimilitud marca las leyes del género en esa estudiada ligereza, y en unas convenciones estilísticas que, lógicamente, van variando a lo largo de la historia del teatro, según varían las relaciones comunicativas espectáculo-público.
Uno de los grandes temas del Siglo de Oro es el enfrentamiento entre el deseo de pecado y el deseo de salvación (ese gran debate humano no sería posible en una sociedad de no creyentes, por ejemplo). Las creencias marcan las reglas filosóficas de comunicación entre lo que sucede en el escenario y lo que sucede en el patio de butacas. Evidentemente, a una sociedad que no tenga unas creencias determinadas, una obra que esté hablando de esas creencias le resultaría inverosímil, porque la verosimilitud de cada época está basada en la construcción tradicional, en la ideología y las creencias, y en la filosofía y conocimientos de su tiempo (no tendría sentido plantear, por ejemplo, el conflicto cristianismo-moralidad en el mundo musulmán).
Las reglas de las convenciones teatrales, como vemos, van modificándose. El teatro es un acuerdo entre la realidad y la convención. El Siglo de Oro es el siglo del verso, porque los demás elementos del hecho teatral (luz, escenario, vestuario. etc.) eran menos convencionales que en la actualidad; en el verso descansaba la originalidad, la creación y el juego de cada uno de los poetas.
El sentido de la verosimilitud en la historia del arte, y concretamente en la historia del teatro, siempre ha tenido mucho que ver con el sentido del imaginario y de lo real: ¿Qué es real y qué pertenece al imaginario?¿Qué está aceptado por una sociedad?¿Qué podemos entender y asimilar?¿Qué podemos disfrutar y qué no podemos disfrutar?
Hay tres grandes reglas en el teatro desde su nacimiento hasta hoy; son las reglas del espacio, el tiempo y la causalidad. El espacio teatral es un espacio reducido, convencionalmente reducido, y no sólo porque lo sea al representarse una obra, sino que ya lo es en el imaginario del autor. La obra original no es la del texto. La obra original se construye en la imaginación del escritor, y cuando la construye lo hace ya en un espacio reducido.
(…) El autor imagina, por tanto, sus criaturas (sus personajes) y sus situaciones en una síntesis de espacio. Y también en una síntesis de tiempo. La vida de un personaje dramático se reduce a una cuantas intervenciones: nace, crece, se desarrolla y muere en veinte o treinta frases. Si contamos, en términos de tiempo, las palabras que dice Hamlet (o cualquier otro de los grandes personajes del teatro) su vida escénica no pasa de los tres cuartos de hora.
Estas dos síntesis (de espacio y tiempo) obligan a una tercera: la síntesis causal. Lo que sucede en nuestra vida está originado por la expectativa de muchos espacios, muchos tiempos y mucha vida. (…) en la vida real no hay una relación causal directa. Un ejemplo: algunas personas guardan un arma en su casa, y eso no significa que alguien vaya a pegarse un tiro forzosamente. Pero en el teatro, “si en el primer acto hay un arma colgada en la pared, es necesario que se dispare antes de que acabe la obra”, porque si no, ¿qué pinta en el escenario?. Así pues, mientras que las relaciones en la vida son “casuales”, en el teatro son “causales”, y toda frase, toda pausa, toda entrada de un personaje, toda acción y toda emoción, están hechos para construir una cadena de acontecimientos causales que lleven por esos raíles del espacio y del tiempo, el tren de la obra desde su comienzo hasta su final. Si se estudia detenidamente ese desarrollo causal, se ve que hay una situación previa, un incidente, un conflicto, un protagonista y un antagonista, unos desarrollos, una serie de variables, etc. (…)
El arte de la comedia es, en conclusión, un arte desengañador, desenmascarador de nuestra personalidad, de nuestra sociedad, de nuestras ideologías, nuestras mentiras y nuestros esquemas. Es un arte que intenta ayudarnos a que nos liberemos de algunas de las ideas erróneas que tenemos sobre la realidad, el mundo, y sobre nosotros mismos. No se trata, pues, aquí del concepto trágico o heroico de obligar al individuo a aceptar y enfrentarse a los obstáculos que la vida ha puesto en su camino. Por el contrario, en la comedia se permite al personaje -y al público identificado con él- rehuir y eludir al enemigo en lugar de salir a su encuentro. Está, pues, la comedia muchos más al servicio de la supervivencia que de la moral; más al servicio del pequeño personaje que somos todos cada día frente al espejo, que al de las grandes ideas. Por eso son tradicionalmente hostiles a la comedia los moralistas de todos los tiempos. Y cuenta con el favor del público con menos prejuicios culturales, ideológicos y morales.
La comedia está mucho más cerca de la biología que de la religión, lo que es para el espectador sumamente agradable, pues le libera de muchas de sus pulsiones y le sirve de válvula de escape a la presión ideológica que ha de soportar diariamente en su existencia, en choque constante contra la realidad. De una forma indirecta, la comedia se entiende con muchos de sus reprimidos deseos y les da la razón, lo que produce, lógicamente, en la carnalidad del espectador una cierta euforia.
Por eso a la buena comedia nunca le ha faltado ni le ha de faltar público, ya que éste la necesita como elemento de compensación y de venganza frente a sus muchas opresiones sufridas en la vida.”

Arqueología del texto

Se denomina ecdótica o crítica textual a la ciencia que tiene por cometido editar textos de la forma más fiel posible al original o a la voluntad del autor. Para ello se vale de ciencias auxiliares como la codicología, la paleografía y la filología. Las ediciones que se realizan con criterios ecdóticos se denominan ediciones críticas o ediciones filológicas.
La ecdótica es de singular importancia para la edición de textos transmitidos de manera fragmentaria o incompleta, cuyo original puede haber desparecido, y de los que sólo poseemos copias que a menudo difieren entre sí. Se aplica a la reconstrucción de textos que han sido deturpados por el paso del tiempo, la tradición manuscrita, la pérdida de originales, la ausencia de copias fiables, etc. Desde este punto de vista, la ecdótica puede considerarse la arqueología del texto.
He aquí un ejemplo que aparece en un artículo titulado: ‘EDITAR EL TEATRO DEL FÉNIX DE LOS INGENIOS’ de Maria Grazia Profeti, de la Università degli Studi di Firenze, en el IV Congreso Internacional Lope de Vega: El Lope “de senectute” (2002), organizado por el Grupo de Investigación Prolope.
En la Dama boba, Liseo llega a la casa de Otavio para conocer a su prometida Finea; asistimos a un intercambio de cumplidos entre el viejo padre y el pretendiente:
          Otavio       ¿Cómo venís del camino?
          Liseo         Con los deseos enoja;
                           que siempre le hacen más largo                  (vv. 935-37)
Esta es la lectura, basada en el ms. autógrafo, que todas las ediciones modernas repiten. 
Nota: en el manuscrito de Lope de Vega, el texto mencionado aparece así:

Ya resulta evidente cómo los editores han interpretado el fragmento: el camino parece más largo, y “enoja”, “aburre”, cuando se tienen deseos de llegar. De la primera oración a la segunda el sujeto cambia: el de la primera es “camino” (el camino enoja con los deseos), derivado de la interrogación anterior; el de la segunda es “deseos” (los deseos hacen más largo el camino); existen dos verbos distintos, “enojar” y “hacer”; el “que” tiene valor causal: “pues los deseos hacen siempre el camino más largo”. Con esto Liseo aparece como un novio impaciente. 
Pero en el texto que nos transmite la Parte IX de Lope el fragmento reza:
          Otavio        ¿Cómo venís del camino?
          Liseo          Con los deseos en hoja,
                            que siempre le hacen más largo.

Y el significado cambia radicalmente: los deseos que están naciendo (es decir, que no han llegado a su cumbre, que no han florecido, ni han dado fruto) hacen el camino más largo. El “que” es ahora relativo; la puntuación tendrá por lo tanto que cambiar, y bastará una coma para separar la relativa de la oración principal, que se tendrá que interpretar como regida por un verbo implícito, consiguiente del verso anterior y de la pregunta de Otavio: “Yo vengo con los deseos en hoja”. Con esta afirmación el prometido se muestra bastante tibio hacia Finea; y en efecto le vemos arrepentido de su pacto matrimonial desde que se entera, en los vv. 117-184, de que se trata de una dama muy poco inteligente. Así, bajo una fórmula de cumplido y con una evidente dilogía, Liseo sugiere lo que había afirmado rotundamente en los vv. 175-176: “Que me ha de matar, sospecho / si es necia”. No hace falta que subraye que esta segunda lectura, la más refinada desde un punto de vista interpretativo, desde el ecdótico tiene carácter de difficilior.

Hasta aquí el ejemplo de la profesora Profeti. Desde luego si este es el trabajo de edición ecdótica, lo menos difficilior es el nombre.
Pero me parece un trabajo divertido, enfin.

La Dama Boba

El libro que publicamos hoy es el Acto Primero de La Dama Boba, de Lope de Vega. En esta ocasión, presenta la novedad de incluir la comedia autógrafa de Lope de Vega con su correspondiente texto legible, en formato epub, con sus versos numerados y maquetados para su más cómoda lectura.
Lope de Vega finalizó este manuscrito en Madrid el 28 de abril de 1613, hace pues casi cuatrocientos años. Se trata de uno de los escasos manuscritos, de las más de cuatrocientas comedias de Lope de Vega, que se conservan. En concreto, éste se encuentra digitalizado en la Biblioteca Nacional de España (www.bne.es).
Este documento autógrafo es la redacción final o copia para la venta al «autor de comedias», denominación ésta que identificaba a los directores de las compañías teatrales. Una vez adquirido por parte de la compañía teatral, ésta obtenía la exclusiva para representar la obra y poder hacer todo tipo de acotaciones o correcciones para adaptar los diálogos a los actores.
El manuscrito incluye tachaduras del propio Lope que, mediante círculos, hacía ilegibles palabras o versos que enmendaba en la misma línea o al margen. También hacía acotaciones sobre las entradas o salidas de escena de los personajes precedidas de una cruz, lo que permite tener una idea de cómo concebía la representación de su obra.


Puedes descargar el Acto Primero de La Dama Boba en formato epub para tu ereader favorito aquí. El libro con sus imágenes ocupa 9.4 MB:
Si te gustaría encontrar un libro en formato epub con esta calidad, deja un comentario con tu solicitud.

El Mejor Alcalde, el Rey

Hoy es un día muy especial para mí y para otra persona con la que llevo compartiendo la mitad de mi vida. Por eso y para celebrarlo, hoy voy a publicar dos libros. Este segundo libro es uno de los más conocidos y representados de Lope de Vega: El mejor alcalde, el rey.

Como de costumbre, lo puedes descargar en formato epub para tu ereader favorito aquí: El mejor alcalde, el rey (v 1.2) de Lope de Vega

Las referencias a lo largo del texto sirven para hacer una lectura más ágil y aportan mucha información en la línea de mejorar la experiencia del lector.
Si algún improbable lector puede comentar su experiencia con este formato en su ereader particular, sería muy valioso para todos los que seguimos con interés la evolución de los ebooks.

El Remedio en la Desdicha

Una de las comedias de Lope de Vega servirá como primer libro de este blog. El Remedio en la Desdicha muestra a Lope en estado puro, con todas las características que le hicieron un genial escritor.
Aquí puedes descargarte el libro en formato epub: El Remedio en la Desdicha (v 1.2), Lope de Vega
La idea de estos libros en formato epub es irles incorporando funciones de usuario que permitan mejorar la experiencia de leer un libro en formato tradicional. Por ejemplo, incorporando referencias cruzadas, notas y textos explicativos.
Ante la improbable circunstancia de que haya alguien que vea este blog, haría hincapié en las numerosas referencias que contiene el texto. Cualquier comentario que sirva para mejorar el libro en epub será bien recibido.